Escritos - Writings

Escritos propios

El Paso del Ebro
2015 De la exposición El Paso del Ebro en la Galeria Espacio Mínimo. Madrid.
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El PASO DEL EBRO

CORRE, AZUL PLATA

   

Al brigadista italiano que, mientras esperaba su ajusticiamiento, tallaba…

Y a mi tía abuela Teresina que me contaba estas historias

 


Septiembre 2013

 

La niebla se impuso hasta hacer invernal ese día extraño en el que esperaba el paso del Ebro.

Las clases han empezado y con ellas el viaje semanal Alicante-Barcelona, siempre en  tren, un paisaje en el que me reconozco. Leo. Levanto la vista del libro: las montañas se han diluido en el horizonte y el plácido mediterráneo de suelo verde, hoy mojado por la lluvia, se extiende por doquier.

A mi lado, un chico teclea insistentemente modificando unas partituras que llenan la pantalla de su portátil. Sin prestar atención escucho discutir en francés de tantos por cientos y a una mujer hablar por teléfono.

El campo empieza a mostrar la proximidad del Ebro.

De pronto el río, los arrozales inundados y los canales que surten de agua a los campos limítrofes. Pequeños brotes de arroz asoman donde no hace mucho un tractor araba. Un camión cruza por el puente de la A-7 a la par que el tren lo hace río arriba cerca del lugar donde hombres, trocados en soldados, pasaron el Ebro la noche del 25 de julio de 1938.

Nadie más parece estar pendiente en ese breve instante en el que el Ebro pasa por debajo del tren y el color azul plata cubre la ventana.

Mientras voy leyendo sobre la pervivencia del humanismo, la valla que forman las montañas se ha oscurecido contrastando con la luminosidad del cielo. El sol tardío da a los árboles reflejos metálicos. Un verde penetrante se muestra en la copa de unos pinos. La oscuridad toma el paisaje y el cielo dibuja solamente lo que sobresale del horizonte, el resto apenas son bultos de imprecisos bordes.

Las montañas vuelven de nuevo y los cultivos de secano trepan perdiéndose en los bancales. Inquieta y deseosa de moverme, veo, en las ventanas, reflejado mi propio tedio. El afilado relieve del sistema Ibérico se convierte en testigo inerte de mis bostezos que van liberándome de la tensión acumulada. Mientras tanto, pinos, matorral bajo y, de vez en cuando, palmeras, muchas comidas por el picudo.

Como es de esperar, grúas, que no siempre aclaran su destino, asoman entre urbanizaciones y casas disimuladas entre vallas y árboles.

Otro jueves acaba mientras la noche cae respetando la luz reflejada en unas nubes cargadas de agua.

Compruébalo tú misma: el camino de ida no es el mismo que el de vuelta.

  

Octubre 2013  

 

El color del otoño acompaña el viaje.

De vuelta a casa… apenas son las cinco de la tarde. Aunque la noche no está todavía en ciernes y, a lo lejos, el día se alargue, el gris ha cubierto el paisaje.

Desde el Prat hasta Tarragona, los humedales se suceden, algunos expandidos en los límites de las playas. Hay patos deslizándose sobre la superficie de una pequeña laguna y unos hombres pescando. El tren pasa rápido.

Los viajeros duermen mientras suenan los móviles.

A la salida de Tarragona, a unos metros del río Francolí, crece un poblado de chabolas. La cercanía del invierno obliga a reforzar con maderas y deshechos sus precarias casas apoyadas en viejas caravanas lo que le da al conjunto una cierta (o ¿aparente?) estabilidad. A pesar de la miseria, ¡tan bello!, como el arte.

Inmediatamente después, la petroquímica y los depósitos de Repsol se extienden kilómetros a un lado y al otro de las vías del tren. A pesar de la contaminación, ¡tan fotogénico!, como el arte.

Tarragona, extensos campos de olivos y almendros, compartidos con nucleares, eléctricas y petroquímicas. ¿Hemos buscado lo suficiente?

¿Será éste el destino de las armas químicas que van a retirar de Siria, como anuncia la prensa? ¿Estarán los pinos y los algarrobos obligados a morir para acoger la barbarie?, ¿acaso es una tierra baldía? Tierra destinada al sacrificio, como entonces.

No le gustó a mi compañero de viaje que cambiara de asiento para estar más cómoda, quizá no esperaba mi iniciativa “así estaremos ambos más anchos” o simplemente mantuvo la distante, casi hostil, actitud de todo el viaje.


Noviembre 2013

 

El Ebro corre hacia el delta mostrando el azul persistente y compacto del agua sobre el que destaca una barcaza roja que se aleja de la orilla.

El tren vuela en el puente al pasar el río, como ellos esa noche de julio, que, sobre troncos y tablas y, al amparo de la oscuridad, cruzaron el Ebro. Comenzaba la última gran batalla de la guerra civil: grandes sufrimientos, grandes terrores y gran número de muertos, de eso tratan las grandes batallas. Hombres que sortearon su destino no lejos de Amposta y la Terra Alta, donde la gente esa noche dormiría.

Desde la ventanilla todas las semanas trato de fijar el lugar preciso por donde debieron cruzar las barcas. Debió ser una noche estrellada, ¿qué ejército se mueve con luna llena? Las cigarras y los grillos enmudecerían al paso de las tropas y la artillería, aunque solo por breves lapsus de tiempo, los animales van a lo suyo, que ya tienen bastante.

Del 25 de julio hasta el 16 de noviembre fue un tiempo, en el que, en las comarcas de la Terra Alta y la Ribera de l’Ebre desde Mequinenza a Amposta, se oían, día y noche sin descanso, las ametralladoras, las bombas, los aullidos y gemidos.

Las heridas de guerra no son limpias ni la muerte dulce, son vientres destripados, piernas cortadas, manos arrancadas y cabezas reventadas. Cuerpos que agonizan sin ser atendidos, sin consuelo durante horas, a veces días, nutriendo a los animales. Hormigas y arañas chupando las heridas, moscas y escarabajos paseándose por los torsos, acechados por las ratas y rodeados por jaurías de perros enloquecidos y hambrientos. Los cuervos a la espera. Las heridas de la guerra no son heridas higiénicas curadas por sacrificados médicos y amables enfermeras, son heridas cruentas cuyo alivio llega con el desvanecimiento y la muerte.

El tren no pasa lejos de la Terra Alta, de allí es mi familia. Por relatos oídos de niña se que fueron muertos miles de hombres, que la sangre teñía las aguas del Matarraña, que el  Ebro arrastraba cadáveres, que fue el fin de muchos sueños y que el insomnio se instaló en las casas.

Duró cuatro meses en los que la consternación fue venciendo a la esperanza.

  

7 enero 2014   Ida

 

Los estudiantes vuelven a clase después de las vacaciones de Navidad, en el tren se oye el crujir de los papeles de aluminio dejando al descubierto los bocadillos. Un chico se encorva sobre el suyo, seguramente no se siente observado. Tampoco lo hago yo más por unos instantes y de soslayo. Aún no hemos llegado al puente que cruza el Ebro y la oscuridad convierte en espejos los cristales de las ventanas; en ellos veo a mis compañeros de viaje sumidos en el aburrimiento, como yo misma.

Cualquiera que conozca el paisaje primitivo, adusto y duro de clima continental donde tuvo lugar la batalla del Ebro, comprenderá porqué no tiene naranjos. Montañas altas y apiñadas, apéndices del Sistema Ibérico impiden el paso a los suaves vientos del mar.

Allí pasarían parte del verano y principios del otoño, cercados, a un lado, por el río y al otro, por las explosiones que perforaban las rocas y los cuerpos. Bombas, mortero y metralla sobre campamentos y trincheras.

Era la última esperanza de los que iban retrocediendo desde el primer día de la sublevación militar. Primero Melilla, después Andalucía, Extremadura, Aragón y así hasta perder la mayor parte del territorio nacional. Cría cuervos y te sacarán los ojos, dicen de los hijos malvados, no, esos cuervos no eran hijos, eran militares alzados. Body awaits the tolerance of crows.

Luchaban en el Ebro porque unos y otros sabían que esa frontera natural protegía Cataluña y el Levante, por ello, ambos ejércitos se entregaron a ese empeño. Se habla de decenas de miles de muertos, miles sacrificados y miles desaparecidos de los que nadie supo más de ellos. Acabaron tragados por la tierra, descuartizados por las bombas, mordidos por las alimañas, irreconocibles y abandonados. Los perdedores pierden también los cadáveres de sus compañeros que quedan entregados a la funesta fatalidad, hasta en eso los vencedores tienen más suerte: pueden enterrar a sus muertos.

La Terra Alta era tierra hostil a los sublevados lo que se dejó sentir en el vengativo comportamiento de éstos, una vez sometido el territorio.

Recuerdo esos hechos porque son los sones de mi infancia. De noche, en la casa de mi familia, no se rezaba el rosario, se contaban historias alumbradas por el fuego de la chimenea, relatos que no debían ser olvidados y que se clavaban en mi interior más que los cánticos de la iglesia a la que estaba forzada a ir aunque mi familia nunca fuera.

Cuando nací, los hombres de mi familia ya habían saldado sus cuentas. Alejados de su hogar, uno encontró la muerte en un campo de concentración alemán, otro se exilió y un tercero pasó cinco años en un penal; purgas lo suficientemente dañinas como para recluir el llanto en la casa que no en la iglesia donde  tampoco eran bien recibidos los plañidos ajenos, como eran los lamentos de los rojos.

Hoy, aun alejados de guerras y dictaduras, todavía recibimos bofetada tras bofetada, eso esconden las noticias: el juez ha imputado a la infanta cuyo abogado advierte que impugnará. Chica ajena con rictus de hartazgo y de asco. ¡Ah infanta, cuando os enseñaban cómo era el poder, no os enseñaban cómo eran sus contrariedades!

 

9 de enero 2014 Vuelta

 

Mientras espero ver el Ebro, cansada de una mañana de evaluaciones complicadas, el gris ha ido abriéndose y, entre nubes, el sol enrojece el paisaje. Cómo serían aquellos días de otoño en  el frente, ¿también grises de rojos horizontes?

Mi compañera de asiento se unta las manos continuamente con una crema que suma perfume al persistente olor que no ha dejado de emanar desde que subió al tren. ¿Cómo sería el olor después de las riadas?

Había oído en conversaciones de  mayores mientras se hacía la cena, cuando el fuego de la chimenea calentaba a los que se sentaban a su alrededor, que hubo noches en las que, allanado el avance por las bombas de los aviones alemanes, los tanques marcharon sobre cuerpos heridos, desollando las carnes y triturando huesos ante el estremecimiento de los que, protegidos por la oscuridad, se guarecían en las  rocas sin tiempo de prestar ayuda a sus compañeros. Noches y días en los que el ruido era ensordecedor y la tierra temblaba como seguían haciéndolo los supervivientes, colapsados y aturdidos después de los ataques.

Muchos habrían visto pocas cosas antes de la batalla del Ebro, no les habría dado tiempo a los de la quinta del biberón, adolescentes que con apenas 17 años se incorporaban a un frente desgastado y abandonado por los países cercanos escondidos tras su insolidaria neutralidad.

De nuevo, veo desde el tren que los campos arados a la orilla del Ebro están cubiertos de agua y el arroz asoma. El riego del arroz es una inundación controlada, también estaban controladas las que provocó el general rebelde  F. al ordenar la apertura de las presas de Camarasa y de Trems, para que el crecimiento del río fuera lo suficientemente inesperado, violento y dañino que arrollara puentes, hombres y campamentos. Después de estos desbordamientos, cuando las aguas volvían a su cauce, cuerpos y enseres quedaban a la deriva en la superficie del río.

Horas más tarde, al paso del tren por Sagunto, descubro un local de la CNT y la AIT donde ondea la bandera roja y negra que el viento ha enrollado en el corto mástil. El cierre bajado y pintado a modo de insignia no dice cómo son los anarquistas de hoy. Tampoco la rapidez con la que transita el tren ayuda a comprender qué ocurre detrás de la puerta.

 

13 enero 2014  Ida

 

En Alicante esta mañana los barrenderos votaban la huelga ¿Ortiz, el todopoderoso y omnipresente contratista de obras públicas municipales, imputado por varias causas, entre ellas, una que afecta al  PGOU y otra a la basura, esperará el resultado en su despacho o en su yate?, ¿y la alcaldesa?

Ya fuera de la ciudad la tierra seca, amarilla casi blanca oscurece aún más los troncos de los árboles. Las viñas, con sus cepas dispuestas con precisa y ordenada exactitud, tienen, en invierno, una siniestra perfección. Entre vías, un bancal de viñas abandonado que ya nunca será más que un lugar baldío, muestra que el desierto ha llegado. Tampoco  hay que esperar mucho de los ríos, en el Levante son pedregales que las fuertes lluvias de finales de verano convierten en caudalosos torrentes que inundan y destruyen lo que encuentran a su paso.

¿Será el Vinalopó, el río que corre abajo del puente donde el tren ha parado? El cauce es estrecho pero el agua baja rápida, quizá haya llovido en las montañas.

Una vez reemprendida la marcha me parece ver entre los árboles un cementerio, cruces y nichos. Por doquier veo palmeras devastadas sin remedio.

Otro día de invierno. Día gris pero sin agua. El cielo niega la deseada lluvia. Alicante es cada vez más una avanzadilla del Sahara, es un lugar desértico donde el sol muestra su cara más amarga devastando sembrados y dejando al descubierto los terrones secos de esta tierra seca. Se extiende un enorme campo de matorral bajo en el que  apenas puede distinguirse si están vivos esos arbustos leñosos pegados al suelo. Montañas que sostuvieron árboles, hoy son solo rocas, murallas en el horizonte. ¿Cuánto tiempo hace que esta tierra  no recibe agua y el matorral desplazó al árbol? Urbanizaciones y chalets no renuncian a sus baños veraniegos en piscinas bien surtidas de agua.

Las cañas siluetean el paisaje de sombras chinescas. La tierra empieza a estar más oscura que el cielo.

Valencia: El juicio de Blasco y sus corruptelas ocupan desde hace varios días las noticias: se le acusa de haber desviado el dinero para la construcción de un hospital en Haiti y ayudas similares a sus propias cuentas y la de los amiguitos. Una grabación recoge estas palabras: Antes que los negratas, nosotros.  . Parece ser que la seguridad y el aplomo que han acompañado desde hace meses al político, ¿senador o diputado?, le han abandonado. Blasco se ha declarado ante la jueza como CORAZÓN DE BUEN ALMA ¿Cuántas veces lo habrá dicho el zorro ante la madriguera del conejo? ¿Devolverá el dinero?, ¿los gastos y TODO lo perdido?

Las nubes respetan la puesta del sol. El antes portavoz del PP en las Cortes “CORAZÓN de BUEN ALMA”, ¿se pudrirá en el infierno? No creo, el infierno está en la tierra y no es para ellos. Tratamos a los ineptos y corruptos políticos designados para el trabajo público con condescendencia, les saludamos, trabajamos con ellos o “para ellos”. ¡Siempre puede llegarnos algo!, ¡Algunos son simpático como también la hija, el cuñado o el amigo que enchufan!.

La entrada a Tarragona, ya de noche, viene indicada por miles de lucecitas que siluetean las estructuras de la industria petroquímica. Recuerdan una instalación artística intencionadamente estética. ¿Debe el arte ser estético?  La forma pasa a ser el mensaje, lo sublime belleza y terror, de eso si sabe el arte.

El retraso del día 9 fue debido a un arrollamiento.

 

3 febrero 2014  Ida

 

El tren corre hacia el Ebro en un día transparente de nubes lejanas y sombras alargadas.

En Valencia le han quitado la cubierta a la ciudad de las Artes por el peligro que entrañaba. Otra pifia-corruptela del Govern Valencià-Calatrava. Ahora, que le han retirado los azulejos blancos con los que recordaba un producto Braun, parece aún más insignificante. No está previsto cómo será el nuevo recubrimiento ni quién asumirá el gasto, seguramente todos nosotros.

Cuándo hablan de amor a la patria, ¿a qué se refieren?, ¿a la bandera o a la huerta?, ¿al disfraz de fallera y hortelano o a las personas? ¿a la ciudad de las Artes de Valencia o a las higueras y los naranjos? ¿a las urbanizaciones de fin de semana o a las casas de campo que por ellas derribaron?

No hay luz alguna en esas urbanizaciones de edificios altos construidos cerca del mar, ¿vive alguien?

Hoy, aún cuando las formas del exterior están desdibujadas por la intensa luz del vagón, se puede apreciar que el azul cerúleo impregna el campo. Quizá el viento, fuerte desde la tarde anterior, ha devuelto la humedad al ambiente.

La comisión Europea alerta del elevado nivel de gasto que se produce en España debido al fraude y a la corrupción. Evalúa la corrupción en un 10% de la riqueza, alrededor de unos 120.000 millones de euros. 

Sí, se puede celebran  las víctimas del metro tras reabrirse el caso.

Los aviones alemanes eran efectivos, sus bombas y después los morteros allanaban el camino de los tanques matando a quienes empuñaban armas rusas en mal estado: el material bélico alemán e italiano de los sublevados era mucho más efectivo que el que conseguía el ejército republicano. Los militares rebeldes también daban valor al método de lucha de los extranjeros mercenarios tanto por su eficacia exterminadora como por la desmoralización y terror que ocasionaba en una guerra donde el cuerpo a cuerpo y la lucha psicológica eran importantes. Así los moros alentados por el general Mizzian y apoyados por F. eran más corrosivos que los brigadistas: el terror que infundían las toleradas mutilaciones a los muertos y, en ocasiones, a los indefensos agonizantes, paralizaba voluntades. Después venían los permitidos saqueos y el comercio con los enseres capturados. La guardia mora iba precedida de una fama que aterrorizaba incluso a la población civil, especialmente a las mujeres por las consabidas violaciones. Los mercenarios marroquíes luchaban como lo habían hecho en su propia tierra contra el colonialismo español y francés, con un estilo primitivo que resultaba eficaz en la defensa de sus amenazados territorios. Formas y estrategias que se alejaban del método tradicional de los ejércitos regulares que habían buscado en tierras rifeñas también la aniquilación y el  sometimiento del enemigo. El periodista estadounidense J. T. Whitaker cuenta una historia terrible del rifeño Mizzian, coronel del Ejército español, ocurrida en la guerra. ¡Ay!, si los rapiñadores coloniales movidos por sus intereses particulares no hubieran obligado a jóvenes españoles a matar y morir en Marruecos posiblemente no se hubiese abierto un camino de revolución violenta y si los militares españoles no hubiesen sido tan ineptos como se demostró en la batalla de Annual quizá no hubiera habido la ocasión de que algunos de ellos se envalentonaran tanto como para sublevarse contra un gobierno establecido al que debían servir.

 

7 febrero 2014  Vuelta

 

Una fuerte luz abre el horizonte desdiciendo el oscuro y denso gris que cubre el cielo desde que salimos de Barcelona. Veo el delta a lo lejos. Cuando llegamos al río, el agua tiene un reflejo metálico.

Castellón, y yo amodorrada presionando el cuerpo contra el asiento mientras mi compañera hojea una revista del corazón llena de páginas de contactos. Miro por la ventana y añoro una naturaleza que nunca ha sido más que un lugar esquivo, como ahora.

Al paso del tren por Sagunto, no he sabido encontrar la bandera de la CNT que ondea en el local, pero antes de llegar he visto un enorme anuncio luminoso reclamo de un hotel de 2 estrellas al borde de la carretera. Es tan grande que puede divisarse a kilómetros. Por su aspecto, es un lugar de esos en los que se cambia dinero por explotación y riesgos. Un luminoso en rojo y negro, los mismos colores de la bandera que he intentado más tarde vislumbrar, anuncia el Club Paris, rojo para Paris y negro para Club. ¿Algún cenetista lo frecuenta?

Las luciérnagas iluminan misterios irresolubles.

Llegando a Valencia, como cada semana veo un campo de naranjos abandonado, cada vez con más naranjas en el suelo.

-  A los 35 me gustaría vivir en un ático de NY afirma uno a través de su móvil.

- Pero ¿cuántos clientes son? pregunta otro a un compañero de viaje.

.- No olviden sus objetos personales, una voz por megafonía.

 

Hitler y Mussolini siguieron los pasos de su propio baile sin que ni una nota desafinada entorpeciera sus compases. La neutralidad inglesa y francesa ni los aplacó ni evitó la guerra europea en cambio supuso el sacrificio de la República Española que apenas recibiría ayuda armamentística frente a los profusos apoyos de los gobiernos fascistas a los rebeldes. Como España, Checoslovaquia también fue  sacrificada. El 30 de septiembre de 1938 en el Tratado de Munich se dijo en alto: Goodbye Spain!, adieu l’Espagne!

 

Hoy la suerte está echada en otra parte. No se trata de que estén en tierra de nadie, es que ellos mismos no son… nadie, abandonados como fuerza de trabajo, como consumidores, como votantes… los sin papeles.

  

14 febrero Vuelta

 

Vuelta a casa. Semana de nervios: ha empezado el semestre.

En la estación, a hurtadillas, he ojeado la prensa: dos altos cargos de la CAM, la caja de ahorros saqueada y obligada a cerrar, están acusados de vaciarla. La gran noticia es que el juez les pide de dos y medio a cuatro años. La cárcel no es algo banal pero qué dirán los que cumplen un montón de años sin haber robado ni la milésima parte.

El pequeño estanque del Prat tenía la superficie del agua crispada  lo que no parecía importarles a los patos ya que nunca antes había visto tantos.

Los días se alargan y solamente pasado Castellón se esconde el sol tras las montañas dando todavía luz al cielo mientras en el campo no se distingue apenas nada. El cansancio y la preocupación me hacen indiferente a este paisaje que, semana a semana, reconozco como bello. Quizá no sea tanto el cansancio como la preocupación la que me lleva a distinguir solamente líneas y formas sin sentido. Sagunto pasa rápido y no puedo ver ni banderas ni burdeles. El sol ya no disipa la niebla.

En el tren, la noche viene despacio, tanto, que siento suceder el tiempo.

Poco a poco, me descubro en el cristal, encapsulada en la ácida luz del vagón, una luz omnipresente que impide las sombras e interioriza la mirada que hace un rato buscaba cañas en el cielo. Sobre mi propio reflejo empieza a dibujarse la historia que no hace mucho me contó mi madre: huyendo de los bombardeos de Barcelona, cada vez más intensos, mi abuela y ella, siendo niña, llegaron a un puente flotante de madera, a ras del agua, estrecho y sin barandillas cerca de Tortosa por donde el ejército republicano cruzaba material bélico. El carácter fuerte y obstinado de mi abuela se impuso y los soldados que le advertían de la inestabilidad del puente y de la intensidad y la extensión de la propia batalla, por último las dejaron pasar. Así mi madre recuerda que cruzó sobre las movidas tablas a ras del río entre metralletas, carros de combate y soldados con fusiles.

Cuando llegaron a su destino, el pueblo se había convertido en retaguardia del ejército sublevado. Allí se instalarían dos campamentos, el del ejército fascista italiano y el de los mercenarios moros. Eso fue lo que se encontraron.

Algún resplandor, de vez en cuando, delata que, allí afuera, en la oscuridad, hay algo.

 

 20 de febrero 2014  Vuelta

 

La siniestra tarde cobra protagonismo, velada la vida, oculto el miedo, todo se convierte en disfrute de cinéfilos. El principio del camuflaje no es que tú sepas más, sino que ellos sepan menos.

El azul persistente del atardecer, sin asomo de rojo, tiñe la zona presuntamente de puteros camuflada entre polígonos y naves de carga y descarga. ¿Cuántas habitaciones oferta el Club París? ¿Los clientes, saben qué pagan y a quién?, ¿se cercioran de no colaborar con la trata de mujeres? Cerca del Club París hay una casa azul silueteada por neones naranjas, con un letrero luminoso que resplandece en la oscuridad: Club La Luna Azul. De vez en cuando, cañas.

Esta vez el local de la CNT permanece abierto, tiene la bandera roja y negra a la derecha de la puerta y los cristales cubiertos de carteles, ¿cuántos afiliados son?

Camino a Valencia el paisaje se hace más productivo: naves industriales y campos de naranjos y huertas. Alcachofas, lechugas y habas anuncian que el invierno se acaba.

Estamos llegando, decía un muchacho, después con distinto tono, ya hemos llegado.  

Otra vez los hechos, los afortunados cadáveres que se libraban de la gangrena, de la sed, del hambre, del ruido ensordecedor que helaba las entrañas y del terror a la cabeza reventada sin remedio. Decían que la sangre paraba pero no era cierto, manaba y manaba manchando la tierra y tiñendo de rojo la orilla de los ríos. No digas rojo.

Cayó entre los juncos… aquellos juncos que año tras año se cortan para las cestas que guardan las manzanas, las ciruelas o las cerezas. ¡No digas cerezas que son rojas!  Los vivos se afanaban en recoger a los heridos y a los muertos, todos ellos lastrados por su pertenencia a una especie que se mataba. Se replegaban. Neutral la guadaña, morían en los engaños de la refriega, indefensos ante la rapiña y cubiertos de rojo. No digas rojo.

La guerra es la patria del sádico donde la crueldad y el crimen tienen coartadas. Asesinos, violadores y torturadores actúan impunemente parapetados tras el uniforme y la confusión que reina alrededor de la hoguera ¿Qué cantidad de belleza pueden destilar las muertes?

Las cosas nunca se quedan quietas, mejoran o empeoran; la batalla fue a peor. Sin agua y sin dormir, se afanaban en masticar uva, higos y almendras de la Terra Alta. Digerían estos frutos de intenso sabor aún verdes, y las hojas y los sarmientos. Días enteros sin nada que comer excepto polvo mezclado con sangre.

El Ebro vierte tierra al mar para prolongar su vida, así unos y otros desesperaban por prolongar la suya.

 

10 marzo 2014  Ida

 

En el levante, los cauces secos de los ríos no pierden la forma. Advierten y amenazan de que, en algún momento, un torrente de agua y barro volverá y se llevará lo que encuentre a su paso.

Para quienes habían sido derrotados en Galicia, Andalucía o Castilla, perder el Ebro confirmaba la imposibilidad de volver. Habían confiado en que la batalla se desarrollaría de otra manera, pero ya no tenían esperanza y los mudos temores hablaron bien alto instalándose para no moverse. El que sus vidas estaban quebradas y no habría retorno se convirtió en certeza.

Sabían por propia experiencia que se sucumbía malamente, dolor, abandono, infecciones, gangrena y, por todas partes, putrefacción con la única compañía de las furtivas ratas que se acercaban a dar cuenta de ellos. Muertos a la intemperie, expuestos a la rapiña y después a los cuervos.

Caerían en tierra ajena, como es la tierra de los muertos en guerra.

Tranquilo, tranquilo, tranquilo pronto morirás. Tan solo una semana atrás esta aseveración era tan insostenible como real en esos días de mediados de noviembre.

También yo seré una sombra y luego nada, como tú… antes de tiempo.

 

20 marzo 2014  Vuelta

 

Subo al tren con mirada de lectora de novelas de detectives incorruptibles.

20 de marzo, un día extraño, empieza la primavera entre nieblas.

Los cargueros en la bahía de Tarragona esperan a entrar en el puerto, después me quedo dormida. El paisaje de la izquierda es distinto del de la derecha, en este viaje, es el mar el que marca la diferencia.

¡Cazadores, senderistas, voletaires que andáis sobre las sierras de Pàndols y de Cavalls: bajo vuestros pies hay cadáveres, cuerpos desmembrados, brazos y cabezas que las bombas arrancaron y que hoy siguen allí transformados en polvo, en tierra! Sabed que las cotas 705 y la 666, desde donde contempláis a vista de pájaro el horizonte, esconden osarios y que este paisaje que hoy parece prístino quedó lacerado por las trincheras y los obuses. Esas rocas firmes y duras, que no habían sido con anterioridad  modificadas, ahora la metralla las deshacía levantando trozos afilados como cuchillos de carnicero que seccionaban cuellos esparciendo por doquier la sangre.

En la cota 705 de la Serra de Pàndols cerca de Gandesa, donde tantos perdieron la vida, se ha erigido un extraño monumento en el que se ha escrito: “La lleva del biberó 1941. A tots els que varen combatre a la batalla del Ebre”.

La quinta del 1941, la lleva del biberó, se incorporó tres años antes de lo que le correspondía cuando la sangría humana era incontenible. Muchos de los que apenas tenían 17 años, no cumplirían ninguno más, allí quedarían defendiendo las cotas, castañeando los dientes y temblando en las trincheras.

En ese cercenado recuerdo yacen los muertos anónimos, erguidos uno a uno solamente en la memoria de sus familias donde palidece lentamente su luz.

 

24 de marzo Ida

 

Voy contando palmeras. El picudo se hace visible: no parece posible la cura.

Piensa cuántos años el tronco, cortadas las palmas, se erigirá como exaltación de su belleza.

Referente a las contrataciones sobredimensionadas económicamente con motivo de la visita del Papa a Valencia en 2006 con las que se llenaron ilícitamente los bolsillos políticos corruptos y empresarios delincuentes, la Iglesia, ¿no dice nada? La visita del sumo pontífice de la Iglesia motivo de corrupción en los tribunales y no hay nada que decir ¿?

Las montañas perfilan un horizonte cambiante y el campo empieza a mostrar la proximidad del Ebro: asoman los últimos retazos del Sistema Ibérico.

Los cerros, que en un principio fueron murallas protectoras, se transformaron en ratoneras. “Incluso las olivas sangran” recordaban los brigadistas ingleses a Donnelly en el Jarama cruzando los campos de olivos de la Terra Alta.

De infierno en infierno, no era el mejor momento para dormirse pero el sueño vino. De aquel soldado nada se podría decir más allá de su hostil indiferencia, su delgadez, su seriedad y sus limpias manos. Delante de él, alguien había perdido un pie.

En la guerra mueren unos y otros y son castigados tanto los que avanzan como los que retroceden. Al término de la guerra es cuando se  marca a cuchilla la diferencia.

Traía un mensaje de Francia.

-Dijiste que volverías. No lo hiciste.

-No podía quedarme ni volver a buscarte pero no nos separó mi huida ni tampoco el exilio, pregúntale a tu madre quien la retenía y entenderás.

Cuando mi tía abuela era joven un capitán italiano fascista le mandó lavar, una y otra vez, un puñado de cerezas que le habían regalado, también se las hizo probar antes de él comerlas.

Los vencedores siempre están prestos a disponer del trabajo forzoso por lo que los prisioneros “útiles” se repartían por las casas de los pueblos hasta que llegara su “suerte” entre ellos un joven maestro, brigadista italiano, que sabía trabajar la madera. Tenía encomendado tallar una imagen de San Salvador, patrono del pueblo, para el altar mayor de la iglesia. Acabada la figura le anunciaron la libertad, podía volver a Italia. Esa noche se despidió de la familia que le había acogido comprendiendo que le matarían, que tomase el camino que tomase ya no había lugar al que volver, que le dispararían por la espalda como había ocurrido en otros casos. ¿Se equivocó?

San Salvador es un santo celebrado con misas, romerías y procesiones y venerado por sus milagros aunque salvar la vida de un brigadista italiano prisionero de fascistas italianos en la retaguardia de los sublevados no consta entre sus milagros. Ese San Salvador tallado del que los mayores todavía hablan con recelo y palabras silenciosas está en una casa a pesar de las reclamaciones para su ubicación en la Iglesia, misterios…

En otra casa del pueblo donde se fraternizó con el maestro se conserva una cajita de madera que tallaba por las noches mientras velaba su destino.

-No querían gente con saber, recordaban al cabo de los años aquellos que le conocieron.

 

26 de marzo. Vuelta

 

¡Cuántos prometieron volver y no cumplieron su palabra! ¡Qué corto fue el futuro y qué extenso se hizo el pasado!

La guerra no vale la pena si se pierde y se extiende años en pos de un final que nunca acaba.

-Hemos vuelto sobre nuestros pasos. No vamos hacia delante, retrocedemos. El camino de vuelta está cerrado. No volveré a mi casa ni habrá una nueva para mí, que no nos engañen con dulces palabras que ya no quiero oírlas.

-Aguanta, resiste, pensaba pero calló, sin luz, qué larga es la agonía ¿Cuándo es consuelo, la noche?

-Si no ahora, ¿cuándo? un ahora que nunca llegó.

-Unidos lo conseguiréis,  también lo decía el enemigo.

Si las niñas y las mujeres no van solas al campo, entonces, ¿quién recoge los frutos y las hortalizas?, decían ellas.

Pequeños pueblos apenas conocidos, se revalorizaban en boca de todos, llegar a Gandesa, conquistar Corbera, defender el Pinell.

El estruendo de las bombas era enloquecedor y enloquecían. Quedaban estremecidos, despavoridos después de los ataques. Pegados al suelo, en la boca un palo para no ensordecerse ni romperse los dientes, con armas defectuosas y escasas que fallaban, ya no podían defenderse del brutal ataque de los bombardeos que no solo los exterminaba sino también hacía desaparecer bosques enteros.

La gangrena huele a carne podrida, a ácido el miedo, la congoja a tabaco y a noche el desespero. Dicen que el calor era insoportable, no, insoportable era el miedo.

¿Es posible subvertir el deseo?


7 de abril  Ida

 

Desde la ventana distingo esa luz oblicua que ilumina los objetos y renueva el paisaje marcando el relieve. Son los últimos retazos del día.

Salimos del túnel y ya la noche…

De niños oímos palabras e historias sin entenderlas. Hay algo oculto en nuestro entorno, oscuro y silenciado que los mayores asumen para resguardarse y redimir a las criaturas de los males, dicen. Secretos que los pequeños esperan desvelar más adelante pero… entre el presente y el futuro se alzan momentos irrevocables en los que la luz y la oscuridad tienen el mismo tono, un gris plomo que les envuelve anunciando que el alba no vendrá: que las sombras la encierran. De esta manera los niños comprenden que el misterio es irrevocable, que los ojos no ven y que la inocencia no protege.

Historias que he escuchado en mi infancia vienen a mi memoria cuando paso el Ebro.

Hubo días de esperanza en los que parecía que el desenlace llegaría pronto y a buen término, días intensos en los que se dormía pero fueron pocos.

Confiaban en que las siluetas asesinas se recortarían en el cielo lo que les pondría en aviso pero era una certeza fatua que se rompía continuamente, los mercenarios sabían moverse y se adaptaban al terreno haciéndose invisibles y sigilosos. 

Estaban sometidos a factores políticos y estratégicos internacionales que les eran desfavorables. La neutralidad como escudo y, puñalada trapera.

 Avanzan, avanzan, decían pero con estas palabras se referían a los otros, al enemigo. Se alegraban de sus heridas, ¡qué burda la guerra! ¿Eran soldados?, no, eran campesinos, asalariados, obreros sin defensa, desarraigados y ¡jóvenes! Para ellos perder la guerra supondría no conseguir jamás la paz porque la paz la alcanzan solamente los vencedores. En la España de los rebeldes, los perdedores conocieron una paz exterminadora llena de muertes y represalias. En la Terra Alta no hubo tregua al final de la batalla como tampoco al final de la guerra.

Deseaban ver mujeres, niños, esa vida aparente, que continuaba más allá del frente y la guerra, les tranquilizaba. Tenían la esperanza de que esa vida lejana acabaría llamándoles, reclamándoles pero poco a poco comprendieron que ya era tarde y que estaban abocados a la muerte. La certeza de que la suerte les había abandonado se coló en las trincheras.

Gandesa, hoy es un lugar apacible, solamente un recuerdo pero entonces era el  lugar al que hacía referencia una alegre canción que hablaba de cartas, posadas y de ánimos valientes pero nada decía del olor nauseabundo de la sangre putrefacta de los muertos.

-Vi el árbol  del que me hablaste. Tenías razón: las ramas sostendrían bien un cuerpo colgado que apenas se balancearía por su peso.

El uniforme produce miedo por doquier excepto al que lo lleva y ejerce su poder, como en la España de los militares y sotanas. Bendice la carroña, carroñero, al menos de eso se trata, de bendecir los alimentos, así es la guerra.

Pidió un día más y no lo tuvo, ¿es posible el consuelo? ¿Es posible el ánimo cuando la propia carne es la presa?

 

24 de abril Vuelta

 

Tarragona, paralelo al puerto y vinculado a los trabajos portuarios hay un barrio arquitectónicamente degradado de edificios desconchados y, por la ropa que cuelga en sus balcones, superpoblado, al lado del río, hay un campamento de chabolas cada vez más extenso. Después kilómetros de depósitos de Repsol, fábricas y petroquímicas, a continuación Port Aventura.

Del puerto de Tarragona y con la ayuda de algunos ayuntamientos de la provincia salieron presunta y corruptamente 40 millones de euros que el hijo de un presidente invirtió en un proyecto en un puerto de Argentina. Tarragona, pobre, pero corrupta, en eso está al día.

Las luces no iluminaban simplemente eran pequeños puntos blancos que se distinguían en la oscuridad.

Nunca llegaron, nada se supo de las dos milicianas que volvían a sus casas. Cosas que pasan cuando preguntar no tiene lugar. Daños colaterales que se camuflan en tiempos de guerra. Vestidos de militares, las alimañas salen de sus escondrijos para atrapar a sus presas. La guerra es el lugar donde destripadores, violadores, torturadores y asesinos se agazapan tras las trincheras. Es la patria del vampiro que se oculta en el aturdimiento de la supervivencia, guardiana del disimulo.

-Tiene derecho a la justicia, como todo el mundo.

-Te falla la memoria.

-¿Qué esperabas que dijera?

-Tranquilo, solo queremos hablar.

 

28 de abril 2014 Ida

 

No es cierto que los niños no saben lo que los adultos les ocultan, los niños saben. Pueden ser engañados, confundidos con tretas pero saben. Como esa niña sabía que esa habitación guardaba secretos, que no vería más a su padre y que el sigilo significaba dolor y miedo. Pasados los años cuando la máquina de coser paraba y la atención tensa dejaba paso al descanso, no había nada que la reconfortara ni siquiera ese silencio.

-Mejor no preguntes, no sepas.

No, es mejor saber, porque ella quería saber dónde estaba su padre, como su compañero de pupitre, que sabía que el suyo estaba enterrado en la cuneta que se bifurca camino de la era. Un lugar pisado, al principio con estremecimiento, ahora olvidado y descuidado. El niño sabía que aquél era el lugar por otros niños que habían  transgredido la prohibición de sus padres de no hablar de los ausentes y, aunque su madre lo negó, lo dicho era cierto: había 14 fusilados recogidos en los pueblos cercanos. No fueron muertos en un día gris, lluvioso y triste sino en uno soleado como el anterior y el siguiente. Para esos niños de padres sin retorno, los juegos eran ráfagas de viento que duraban solo unos instantes, soplos de olvido, de entrega a las tabas y a las cuerdas, que al escondite ya nunca más pudieron.

Cuando el padre murió y su madre reemplazó al marido, cambiaron su nombre anarquista por otro santificado. De los muertos no se hablaba, de las pérdidas tampoco. 

La vida de los niños de padre desaparecido se teje de recuerdos olvidadizos y  testimonios volátiles.

  

12 de mayo 2014 Ida

 

Raïm, figues i ametlles… y vino es lo que había.

A mi bisabuelo, los moros le vaciaron un tonel de vino, primero bebieron ellos hasta hartarse e hicieron beber a los caballos, a las mulas y al ganado después dejaron abierto el grifo hasta que se vació. Cuentan que el vino tiñó del rojo intenso la calle durante varios días hasta que un militar de los sublevados obligó a unas mujeres a limpiarlo. 

Ni siquiera en los momentos en los que el sueño venía, pudo afrontarlo. Movió la cajita tallada del lugar donde estaba. Necesitaba tocarla. De esa noche le quedó el olor a madera fresca que la unió a aquel hombre. Ese recuerdo pervivió incluso después de la perdida del olfato.

Talló el santo del pueblo con gesto piadoso, lo que no fueron con él finalizado el trabajo. Ese último día el cielo tenía nubes planas y bordes estirados bajo el cual las casas tomaban una forma precisa.

 

-No mires, quizá veas.

 

15 de mayo 2014 Vuelta

 

Adelante, sueño ven a ocuparte del desespero.

Nadie pensaba en salvarse, sino en morir. No sentir miedo, no tener hambre ni dolor…, ni oler el hedor que desprendían fueran donde fueran. En los campamentos, en las trincheras, la pestilencia era irrespirable. El campo donde estaban, ahora yermo, no hacía más de un año, era de trigo, también habían desaparecido muchos bosques. La disentería se extendió, mientras maduraba la uva. La ictericia se había propagado por el campamento, como el miedo, los piojos y la sarna. Vomitaban continuamente. La muerte era una consigna y el olor su bandera.

Las amapolas florecían por doquier sin alterar la agria pestilencia de la batalla. Una fetidez que fue extendiéndose  poco a poco por el monte y no dejaba ningún lugar exento. ¡Qué no llegue la noche!, pedían.

-¿Pensabas que no iba a encontrarte? Ni la certeza de tu muerte iba a detener mi búsqueda y mi venganza.

Toca la guitarra mientras llamas felicidad a lo que sientes y te dirán que te será restituida pero tu sabes que nunca.

¡Si la guerra, las heridas y la gangrena pudieran jugarse a las cartas!

Tuvo aquel momento en el que surge la confianza, pero le sirvió de poco.

-Tuvimos fuerza pero la perdimos, también esperanza pero fatua.

  

19-23 de mayo 2014

 

El cansancio rompía cualquier vestigio de humanidad. Los días se hacían tan largos que dilataban el desespero y el miedo. Ebro, Ebro, Ebro. La temible guardia mora rondando por doquier: los muertos y los agonizantes eran sus presas.

Matar, ¿no es tarea del matarife? El que deseaba hacerlo, entonces pudo.

El zumbido de los corazones era  silenciado por la metralla y el mortero. El médico le dijo que mantuviera la herida al aire y no permitiera que las moscas la picotearan.

Atacar, avanzar, ganar no es retroceder o huir aunque les parecía lo mismo. Durante esos días de otoño en los que la luz se acortaba y el sueño no venía, el deseo de dormir y no despertar era constante. Las uñas azuleaban cada vez más agrietadas y los pies descalzos se laceraban. El dolor persistía noche y día.

El tiempo de la uva pasó tan rápido que no llegó a endulzarles la boca.

 

Las heridas infectan a todos, los pulmones se encharcan de sangre y la muerte los pudre de la misma manera, sin importar el bando. Los cuerpos en la guerra son iguales y se consumen  en la desesperación y el dolor pero en la memoria de los vivos no tienen la misma condición, unos aprietan el corazón y otros no destacan de una masa informe donde los detalles quedan obviados. No, los muertos no duelen por igual aunque tenga el mismo color rojo la sangre. No digas rojo.

¡Qué por ideas y derechos, que ahora están pegados a nuestra piel, estas montañas rezumaran sangre!

Nadie se percató de la consternación que había invadido por completo el pensamiento de la joven desde que el jornalero que trabajaba para su padre marchó a la guerra. No tenía la certeza de verlo de nuevo pero los rumores la mantenían alerta. Después, llegó la noticia de que había sucumbido en un bombardeo… Como nadie conocía los sentimientos de la muchacha tampoco sabría nadie del sufrimiento que arrastraba desde que conoció la noticia ni tampoco el por qué de su suicidio. No se desea solamente la vida sino también la muerte.

De todas maneras, ¿no morimos todos?, este pensamiento la consoló mientras caía por el barranco.

….

Levantó la esclusa para que el agua corriera, como siempre. Apareció una mano, el cuerpo estaba retenido por las ramas del fondo. La guerra, ¿no es muerte?  Aquí estaba la prueba delante suyo, un hombre hinchado, gris, putrefacto. No quería morir, pero aquí está la muerte. Había sido una orden obstinada del general rebelde levantar la compuerta del pantano para desbordar el río y provocar muertes sin necesidad de metralla. Los militares no solo piensan en apretar el gatillo también estudian estrategias, a veces, más efectivas y mortíferas que la propia metralla. Los cuerpos de los ahogados se diseminaron por doquier.

……

Tenían que esconderse y cayeron encima de una zarza, la zarza o la muerte. Las espinas se le clavaron  por todo el cuerpo inerte y silencioso. No podía recordar, tampoco olvidar.

……

Muchos soldados suyos habían muerto, pero él era el vencedor y quería suavizar el calor de la mañana. Las moras maduraban y eran dulces de comer, pidió que se las sirvieran. No rojas, negras. Era fascista italiano.

 

Junio 2014

 

De vuelta a casa, leo un libro prestado por una amiga, “La Batalla del Ebro” de Jorge Reverte. Al otro lado del pasillo, el vecino me hace un pequeño gesto o me lo parece. Sigo leyendo y cuando me levanto al baño, ese mismo hombre me pregunta si puede hojearlo. Sí, claro, a mi regreso me lo devuelve y entabla conversación. Rápidamente cobra confianza y me cuenta que él y su esposa han visitado lugares donde ocurrieron hechos significativos, especialmente donde los rojos denotaron valentía, dice “rojo” en alto. Miro hacia atrás, de soslayo. Mis compañeros de tren no participaron en la guerra, eran niños, la mujer, era hija del comisario territorial del Levante.

Han recorrido caminos y destinos trazados por republicanos, comunistas o anarquistas al abandonar España. Portbou, Toulouse, Argentina, Mauthausen. Conocen a Tagüeña y a tantos otros. Suelen hacer estos viajes en fechas conmemorativas donde encuentran a supervivientes, a hijos de combatientes o simplemente a simpatizantes y defensores de la memoria histórica.

Les conmueve especialmente la batalla del Ebro. Conocen a algunos supervivientes de la leva del biberó, que les cuentan historias, que se suman a las que ya atesoran como la del padre de ella “su padre tuvo el honor de…”, me la cuentan más o menos como sigue: a unos artilleros le concedieron un descanso después de varios días de lucha frenética en la que no pudieron derribar ni un solo avión fascista. Los aviones alemanes eran muy precisos en sus objetivos por  lo que podían volar alto para evitar ser cazados.

Debido al calor los artilleros eligieron un lugar de matorral frondoso apartado del frente para hacer una siesta. Agazapados bajo las ramas vieron un avión alemán alejado de su escuadrilla que, sin razón alguna aparente descendió demasiado, cerca de donde ellos estaban y lo derribaron. ¿Quiso el aviador alemán verse en el río?

Mi compañero de viaje lo cuenta alegre celebrando una muerte entre las miles que hubo en el frente. Como si ese pequeño triunfo diera un poco de justicia a los muertos de esa guerra hecha para satisfacer los deseos de unos militares en rebelión. Como si algo pudiera restituir la desolada carnicería que comenzó un 18 de julio.

Refieren también el Campo de los almendros, se reúnen todos los años en ese trozo de terreno hoy engullido por la ciudad de Alicante, un emblemático lugar de paso de miles de personas camino del exilio, donde esperaban para embarcarse destino a Orán, Méjico o Argentina. Allí, como en tantos lugares, se constató la asesina y cruel paz implantada, 14000 personas quedaron atrapadas en el puerto negándoseles la posibilidad del exilio. 14.000 personas a las que no les fue permitido alcanzar los barcos, incluso el último zarpado con exiliados aún con bandera británica fue perseguido y bombardeado. A los vencedores todavía les quedaban municiones para usar sobre los prisioneros en las tapias de los cementerios, muchos de ellos salvados para ser destinados al trabajo esclavo para beneficio de la dictadura y sus secuaces.

He estado tentada, débilmente tentada, de decirles a estos compañeros de tren que no soy comunista tampoco mi familia lo era pero ¿unos y otros no lucharon juntos?

 

25 de julio 2015

 

Esta mañana he visitado la cota 705 en la Serra de Pàndols y la 402 en Corbera d’Ebre. Hace ahora 77 años que los soldados republicanos cruzaron el Ebro y tomaron esas cotas de montaña desde donde se divisaba un territorio que esperaban recuperar y en el que resistieron en condiciones durísimas.

La Terra Alta es un paisaje bellísimo, también de noche.

Hoy es el día de Sant Jaume o de Santiago según donde se le nombre. Como entonces, es una festividad que se celebra en muchos pueblos.

Desde mi ventana, el cielo de Arnes se ve iluminado, es fiesta y hay correfocs. Los cohetes y la algarabía impregnan el silencioso llano.

Mis sobrinas y sus amigas vuelven a casa entusiasmadas con sus pequeñas quemaduras que nos enseñan a todos una y otra vez como muestra de lo cerca que han estado de los peligrosos fuegos. No desean curárselas, van a lucirlas al día siguiente. Quieren alargar esos momentos de emoción y de juego sorteando las llamas y las explosiones de los correfocs; mientras, apalabran entre ellas una cita para el año próximo en el que esperan volver a festejar la noche de Sant Jaume con fuego.

 

Tampoco tuvieron suerte los poetas.

 

Los brigadistas John Cornford (Corazón del mundo sin corazón) y Ralph Fox murieron en el  36 en Jaen.

Charles Donnelly murió en el Jarama  donde se le oyó decir: incluso las olivas sangran. De aquellos días en los que la descomposición de los cuerpos llamaba insistentemente a los cuervos, escribió:

 

The Tolerence of Crows

Death comes in quantity from solved
Problems on maps, well-ordered dispositions,
Angles of elevation and direction;

Comes innocent from tools children might
Love, retaining under pillows
Innocently impales on any flesh.

And with flesh falls apart the mind
That trails thought from the mind that cuts
Thought clearly for a waiting purpose.

Progress of poison in the nerves and
Discipline’s collapse is halted.
Body awaits the tolerance of crows.